Corazón, pasame el revolver...
Apreto, se prende la lucecita. De nuevo. La luz se apaga. Con el otro dedo. Ahora con el pulgar. Apreto una y otra vez y el milagro sigue ocurriendo. Es mágico, es el gol del diego a englaterra. Una y otra vez. Prende, se apaga. Prende, se apaga. En la o(b)scuridad más negra. En mi sol que no despierta, en ese hilo de poeta. En su dimensión mas concreta. En mi tono de moraleja, en mi sueño de comadreja, en la rima que se queja.
Aprieto, se prende. De nuevo, se apaga. Es un color que nunca he visto en mi vida. Como una canasta diminuta a la distancia que es entre verde y amarilla, que en verdad no tiene forma de canasta, es como un ladrillito acostado del tetris, una pequeña, chiquita irradiación de luz a voluntad de mi dedo. Tengo el poder absoluto de todo un universo. El de la lucecita. Yo decido cuando lo apr(i)eto.
Prende-apaga-prende-Apaga-prende-apaga
Prende.
Apaga-prende-apaga.
Prende.
Prenden la luz del escritorio.
Y se apaga mi universo.
Caps Lock, sos la tecla que más odio de mi teclado.
Aprieto, se prende. De nuevo, se apaga. Es un color que nunca he visto en mi vida. Como una canasta diminuta a la distancia que es entre verde y amarilla, que en verdad no tiene forma de canasta, es como un ladrillito acostado del tetris, una pequeña, chiquita irradiación de luz a voluntad de mi dedo. Tengo el poder absoluto de todo un universo. El de la lucecita. Yo decido cuando lo apr(i)eto.
Prende-apaga-prende-Apaga-prende-apaga
Prende.
Apaga-prende-apaga.
Prende.
Prenden la luz del escritorio.
Y se apaga mi universo.
Caps Lock, sos la tecla que más odio de mi teclado.
1 Comments:
enfermo!
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