6.2.05

Las desventuras y hendiduras de Coquito, el niño desigual

Coquito y su Tío Ernesto se encuentran esperando su turno para jugar en la nueva y reformada cancha vecinal de bochas del Parque Lezama, en una calurosa tarde de domingo.

- AHHHHHHHH pero qué lindo Coco! Qué gloriosa tarde! Mirá, nenes dándole de comer a plagas de palomas! Mirá, pequeños y delictivos futuros cracks del balompié demuestran sus talentos! Mirá! Una vieja se torró con el mate en la mano!

- Es la belleza de lo simple, Tío.

- Coco... esa vieja no es muy bella.

- Me refiero a la simplicidad de sus actos, Tío. Nosotros en escasas horas estaremos jugando a las bochas. Entendés, Tío? A las bochas. Vamos a arrimar el bochín a la tranquilidad de divertirse sanamente. Mirá a esos abuelos. No son tiernos? Se divierten bajo el sol en la plaza. Igual que los chicos.

- Y no les preocupa la guerra en Irak ni el canje de la deuda...

- Exacto. Tío, por primera vez me estás entendiendo. Ellos se detienen en el tiempo y respiran el aire puro de la calma.

- Ya fué, Coco. A esa vieja le robo el termo.