6.4.05

Ahora tomo Pepsi

- Qué te tocó a vos?
- Nada... dice "seguí participando".
- Y vos, Damián, tuviste suerte?

Yo todavía no podía creer lo que estaban viendo mis ojos. La frase más inesperada, impresa bajo una tapita de Coca Cola, era lo suficientemente fuerte y desconcertante como para elegir ser prudente y mentir.

- Nada, no dice nada...
- Ni siquiera "seguí participando"?
- Eh, si... dice eso.

Guardé la tapita en el bolsillo interior del saco, fingí seguir escuchando su charla vacía de contenido y divagué internamente en las posibles razones del por qué de semejante revelación. Seguramente algún operario habrá querido pasarse de piola y metió la mano, sólo para su regocijo personal. O quizás Coca Cola estaba trabajando en alguna especia de campaña publicitaria con formato incógnita, generando que gente como yo se quede pensando por qué carajo esta tapita dice lo que dice.
Cuando volví a mi oficina, me metí en la página oficial de la bebida cola más famosa del mundo. Allí leí detenidamente las bases y condiciones de la nueva promoción "Coca Cola sabe lo que querés, porque vos querés lo mejor". Los premios variaban desde DVD's pasando por minicomponentes, laptops y demás artículos electrónicos. Nada de eso a mí me llamaba la atención, porque soy millonario. Esas cosas ya las tengo. Busqué el centro de canje más cercano, porque nada de lo que decía en la página podía contestar mi inquietud.
"DESPENSA DEFENSA", en Defensa al 1600. Llegué pasadas las 7 de la tarde. Dentro del local no había nadie. De pronto, escuché por detrás de una estantería "venís por la promo, pibe?". Apareció un viejo asqueroso, ojeroso y gangoso. "Sí... tengo esta tapita... usted sabe algo?".
El viejo la leyó y sonriendo deslizó un:
- "Dios le da pan al que no le gustan los sanguches... seh pibe, ya te la traigo".
- "Pero no le mostré lo que dice la tap...
- "Callate y esperá que ya te la traigo"
- "Bueno, dele"

Volvió de atrás de la estantería con la mujer más hermosa que haya existido jamás. Preciosa con su vestido rojo, sus largas piernas y exhuberantes pechos. Simplemente fantástica.
Cuando yo leí en la tapita "VALE POR UNA NOVIA PERFECTA" pensé que había sido un error, un chiste o algo por el estilo. Pero al parecer era en serio. El viejo me dió un pequeño libro rojo que decía "Manual de Instrucciones". Tomé el librito, agarré la chica de la mano y sin preguntar más nada, me fuí.
La chica no hablaba. Le pregunté su nombre y no me contestó. Sólo me abrazó, me dió un terrible beso y me dijo "cómo te extrañé, mi amor". Cuando subimos al auto, le pedí que se abroche el cinturón de seguridad. Ella dijo "pero si me lo abrocho no te la puedo chupar hasta que lleguemos a casa". El trayecto desde el trabajo hasta casa son sólo 10 minutos, pero ese día duró media hora. Al llegar, tiré el librito arriba del escritorio y ella fue directamente hacia la cocina y preguntó:

- Con o sin?
- Con o sin qué?
- Contestame amor, dale...
- Bueno, "con".

Increíblemente en cinco minutos había preparado los spaghettis más deliciosos de la historia, con albóndigas caseras. Yo, sin salir de mi asombro, me detuve a observarla. "Qué mirás, lindo? Dale, que está por empezar el partido". Miramos el partido mientras comíamos, se ofreció a traerme más cerveza cada vez que terminaba la botellita, me masajeó la espalda durante el comienzo del segundo tiempo, me tiró la goma un ratito más durante la sobremesa. Todo sin chistar, todo ofreciéndose. Me emocioné y dí las gracias al Señor por existir Coca Cola.

Los días pasaban y todo era cada vez más perfecto. Ella no gastaba plata. Se quedaba siempre en casa. No tenía amigas que la convencieran de que yo no era suficientemente bueno para ella. No salía a la calle. No demostraba interés por nada ni nadie más que no sea yo.
Y fuí felíz.
A los dos meses, inevitablemente, estaba enamorado de ella. Aún no sabía el nombre. Aún no sabía de dónde venía. Su edad. Si estaba contratado por Coca Cola. Pero a decir verdad, no quería saber. No me importaba. Todo era perfecto como estaba. Siempre atenta conmigo y mis necesidades. Siempre dispuesta a hacer cualquier cosa para hacerme sentir mejor. Es que mi trabajo es muy demandante y a veces, me frustro fácilmente. Cada vez que llegaba a casa con mala cara, ella me decía: "A ver corazón, contame qué te pasó", se arrodillaba, y antes de que yo empezara a quejarme ella ya tenía mi pene en su boca. Enseguida me olvidaba de los problemas.
Muchas veces pensé en llamar a Coca Cola y contarles de la situación, pero ante el temor de ser una equivocación y que me quitaran este regalo de mi vida, colgaba el teléfono antes de discar. Con el tiempo me acordé del librito que nunca leí, las instrucciones para manejarla. Supuse que yo ya sabía todo lo que necesitaba saber y así estaba bien. Demasiada información siempre complican las cosas. Pero también es bueno saber qué esperar de una persona que sólo vivía por mí. Busqué el librito durante semanas. Jamás lo pude encontrar.

- Mi amor, que buscás?
- Nada... no te preocupes.
- Bueno lindo, vení, hoy quiero romper el récord. Tenemos que pasar los 12. Además están dando en la tele un maratón de 24 horas de Baywatch editado sin diálogos, podemos mirarlo mientras.

Todo era perfecto. Mi vida era perfecta. El negocio comenzó a crecer a pasos agigantados y en pocos años me convertí en el hombre más rico de Occidente. Mantuve a mi novia en secreto, no se la presenté nunca a nadie. Cuando me preguntaban por qué siempre estaba solo, yo contestaba que debía ser por mala suerte.
Un día, volviendo de una convención en Tokio, al llegar al aeropuerto tuve una extraña sensación en el estómago. Algo me dijo que tenía que volver cuanto antes a casa. Abrí la puerta y la llamé como la llamé siempre: "Amorrrrr, dónde estás?". No hubo respuesta. Qué raro, ella siempre aparecía cuando la llamaba. Esta vez no había comida en la heladera. No había cervezas frías esperandome. No había nada. Se había ido.

Pasaron 5 años. En esos años de profunda depresión y tendencias suicidas, la busqueé por todas partes. Contraté detectives privados, equipos especiales, de todo. Pero es difíciul tratar de encontrar a alguien cuando uno no sabe su nombre, ni de dónde viene ni hacia dónde va. Contra mi voluntad aprendí que no podía seguir esperando algo que no iba a llegar. Pero en mi caso, no tenía que llegar, tenía que volver. No llamé a Coca Cola por miedo de que al saber de su desaparición la encuentren antes que yo y la guarden en algún depósito. Ella era mía. Yo me la había ganado. Y es el día de hoy que busco debajo de todas las tapitas de gaseosas alguna pista. Algo, lo que sea. Porque gracias a ellos, yo sentí de verdad. Es así, yo tomé lo bueno y lo convertí en algo mejor. Algo mejor para todos, pero sobre todo, para mí. Y aunque lo niegue, todavía la espero. Quizás algún día, al destapar una Coca Cola, yo vuelva a ganar ese premio que nunca existió.

8 Comments:

Anonymous Anónimo said...

¡Qué horrible que es tu blog! ¡No parás de escribr boludeces!

11:53 a. m.  
Blogger Damiano said...

Un poco más de esfuerzo. Si vas a bardear, hacelo con estilo. Porque en Monoblog tenemos una política preestablecida sobre cómo lidiar con las críticas: we just don't give a fuck.

5:43 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

No bardeé con estilo porque pensé que no lo ibas a entender... disculpáme!

2:26 p. m.  
Blogger Damiano said...

Comportate que nos están mirando.

3:17 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

loco desde Escalada....cada dia escribis mejor panther...

1:29 a. m.  
Blogger Damiano said...

Gracias, vuelvan pronto!
Pero...
Gracias, vuelvan pronto!
Es que...
Gracias, vuelvan pronto!

2:31 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

por poco lloro leyendo esto...

7:05 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Gracias, vuelvan pronto!

11:50 p. m.  

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