22.3.05

Mozo, hay un mono en mi sopa!

Llega el mediodía y ella se empieza a quejar. Pero a diferencia del resto, no hago oídos sordos a sus pedidos. La complazco, le doy todo lo que quiera. Ella se lo merece. Tengo una relación muy especial con mi panza.
Es redondita, deja entreveer cuando me estiro mucho alguna que otra costilla a los costados pero generalmente se esconde porque es tímida. Pero en la intimidad de la cama, es juguetona. Y le encanta que la mimen. Es por eso que yo me olvido a veces de comentarios ajenos y propios y pido sin culpa alguna una grande de fugazzetta con doble fainá. Ella me lo pide, no es que yo sea un gordo. Para nada. Aunque bajar unos kilates no me vendrían nada mal, prefiero dejar de lado los prejuicios de una sociedad consumista de estereotipos de belleza y cumplir con las demandas de mi apetito. Porque no seré "lindo" (creo que del perfil derecho lo soy), pero tengo buenas pilchas.