TC means Total Crap
Invitado por mi jefe, fuí tanto ayer como hoy al Autódromo Roberto Mouras de la Ciudad de La Plata.
El viernes yo estaba pelotudeando en el patio de la agencia y se me acercó y me preguntó si me gustaba el automovilismo. Es mi jefe, por lo tanto, obviamente, mentí. "No soy fanático, pero me gusta". A decir verdad, me parece una cagada. Pero conociendo de antemano que él es un intento de piloto de categorias inferiores, preferí mentir un poquito. Algunos tienen mascotas, otros disfrutan del arte, muchos se hunden en el alcohol. El automovilismo es el hobbie de Marcelo. He's got the dough for it.
La cosa es que me dió dos tickets super pros para ir a verlo, y de paso mirar la carrera de Turismo Carretera. Pensé en invitar a algún que otro huesín para que me acompañe y para comerme abajo de algunas gradas pero después me acordé que no tengo ninguno. We gotta work on that. Entonces le dije a Papá y el aceptó con una lágrima contenida en la esquina de su ojo izquierdo. "Si, Damiano, vamos... (sollozo) te quiero hijo, (sollozo) gracias". No soy de invitarlo a muchos lugares.
Lo mejor fue meterme en el espíritu pistero (es normal que te adaptes a lo que vas a hacer, si vas a la cancha, puteás todo el día y hablás en forma de canción tribunera, si vas a bailar decís muchas veces la palabra "men" y si vas al autódromo te creés Schumacher) y pisar con todo el terrible auto de Papá que tengo prohibido usar pero que ya he robado en numerosas oportunidades (nota mental, robarlo para conseguir un hueso). "Tomá, manejá vos" y me tira las llaves. "Uy pá, gracias!" finjo como niño que le regalan un juguete nuevo y por adentro pienso "Beemer, we meet again".
El autódromo es un campo abierto con unos rulos de cemento en el medio y tres tribunas. That's it. Como teníamos acceso a prácticamente todos los rincones del lugar, con padre preferimos ir al sector de boxes para ver los autos bien de cerca y también admirar los culos de las promotoras que merecen un párrafo aparte. Marcelo, mi jefe, se quedó afuera de la carrera en la tercera vuelta por patinar (la pista estaba muy mojada) en una curva y cuando lo fuí a saludar estaba re caliente pero me pegó un abrazo y me dijo: "ya cancelo tu telegrama de despido". Yo reí, el rió, todos rieron. Mi padre no tanto.
El "mundo tuerca" es bastante precario. Nada de lujos. Pistones, motores y corredores. Mucha pero mucha gente en las tribunas. Charcos por todos lados. De agua, de aceite, de líquido de frenos. Olor a chori por doquier. Puestitos que venden gorras de las distintas escuderías. Familias abarrotadas de mate y facturas. Ruido. Mucho ruido. Not my cup of tea. Algunos dicen que nunca hay que decir que algo no te gusta si no lo has probado. Yo digo que si no te gusta de antemano, es porque intuís correctamente que eso no es para vos.
Y debe ser por eso que el mejor momento de toda la experiencia TC fue cuando lo miré a mi papá a los ojos y dije: "Vos me llevaste a la punta de la Torre Eiffel. Yo te traje acá. Aprendé algo de elegancia, grasa". Se atragantó con una medialuna y rió con todas sus fuerzas. Sin decir más nada, nos paramos y nos vinimos a casa a dormir una siesta más que merecida.
Párrafo aparte: "LOS CULOS DE LAS PROMOTORAS"
Yo no sé dónde es que viven estas chicas, si se esconden del mundo real o si viven encerradas en los autódromos y las alimentan a base de bulones. Pero están terriblemente buenas. Encimas esas calzas bien gronchas que les hacen usar... fantástico.
El viernes yo estaba pelotudeando en el patio de la agencia y se me acercó y me preguntó si me gustaba el automovilismo. Es mi jefe, por lo tanto, obviamente, mentí. "No soy fanático, pero me gusta". A decir verdad, me parece una cagada. Pero conociendo de antemano que él es un intento de piloto de categorias inferiores, preferí mentir un poquito. Algunos tienen mascotas, otros disfrutan del arte, muchos se hunden en el alcohol. El automovilismo es el hobbie de Marcelo. He's got the dough for it.
La cosa es que me dió dos tickets super pros para ir a verlo, y de paso mirar la carrera de Turismo Carretera. Pensé en invitar a algún que otro huesín para que me acompañe y para comerme abajo de algunas gradas pero después me acordé que no tengo ninguno. We gotta work on that. Entonces le dije a Papá y el aceptó con una lágrima contenida en la esquina de su ojo izquierdo. "Si, Damiano, vamos... (sollozo) te quiero hijo, (sollozo) gracias". No soy de invitarlo a muchos lugares.
Lo mejor fue meterme en el espíritu pistero (es normal que te adaptes a lo que vas a hacer, si vas a la cancha, puteás todo el día y hablás en forma de canción tribunera, si vas a bailar decís muchas veces la palabra "men" y si vas al autódromo te creés Schumacher) y pisar con todo el terrible auto de Papá que tengo prohibido usar pero que ya he robado en numerosas oportunidades (nota mental, robarlo para conseguir un hueso). "Tomá, manejá vos" y me tira las llaves. "Uy pá, gracias!" finjo como niño que le regalan un juguete nuevo y por adentro pienso "Beemer, we meet again".
El autódromo es un campo abierto con unos rulos de cemento en el medio y tres tribunas. That's it. Como teníamos acceso a prácticamente todos los rincones del lugar, con padre preferimos ir al sector de boxes para ver los autos bien de cerca y también admirar los culos de las promotoras que merecen un párrafo aparte. Marcelo, mi jefe, se quedó afuera de la carrera en la tercera vuelta por patinar (la pista estaba muy mojada) en una curva y cuando lo fuí a saludar estaba re caliente pero me pegó un abrazo y me dijo: "ya cancelo tu telegrama de despido". Yo reí, el rió, todos rieron. Mi padre no tanto.
El "mundo tuerca" es bastante precario. Nada de lujos. Pistones, motores y corredores. Mucha pero mucha gente en las tribunas. Charcos por todos lados. De agua, de aceite, de líquido de frenos. Olor a chori por doquier. Puestitos que venden gorras de las distintas escuderías. Familias abarrotadas de mate y facturas. Ruido. Mucho ruido. Not my cup of tea. Algunos dicen que nunca hay que decir que algo no te gusta si no lo has probado. Yo digo que si no te gusta de antemano, es porque intuís correctamente que eso no es para vos.
Y debe ser por eso que el mejor momento de toda la experiencia TC fue cuando lo miré a mi papá a los ojos y dije: "Vos me llevaste a la punta de la Torre Eiffel. Yo te traje acá. Aprendé algo de elegancia, grasa". Se atragantó con una medialuna y rió con todas sus fuerzas. Sin decir más nada, nos paramos y nos vinimos a casa a dormir una siesta más que merecida.
Párrafo aparte: "LOS CULOS DE LAS PROMOTORAS"
Yo no sé dónde es que viven estas chicas, si se esconden del mundo real o si viven encerradas en los autódromos y las alimentan a base de bulones. Pero están terriblemente buenas. Encimas esas calzas bien gronchas que les hacen usar... fantástico.
1 Comments:
muy sabio... eso de la intuición sobre lo que no nos gusta es muy acertado. o solamente acertado. pero muy bueno!!
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