Mi vida por un café con leche y tres medialunas

El mozo se pasea entre las mesas haciendo gala de su innegable talento para manejar esa vieja bandeja de acero que rebalsa de tazas, vasos y sobrecitos de azúcar. Es gentil y sonríe mostrando los dientes. Habrá nacido para ser mozo? Su sueño es ser el mejor mozo del mundo y ganar el Mundial de Mozos de Bares Tristes? Se come las eses porque le gusta? Para mi que si.
El tipo viene y va, trae y lleva, da y recibe. Conoce mil caras distintas todos los días y a todas las guarda en su memoria, mucho más si en vez de dejarle unas monedas, la propina viene en forma de billete.
Él sabe de filosofía por escuchar a los jóvenes repasar antes de un examen y conoce los misterios del amor cuando le acerca una servilleta de papel a una chica descorazonada. Se entera de las últimas noticias picantes cuando las señoras del barrio se juntan a tomar el té. Juzga sin condenar porque entiende que de nada sirve. Solo procura que el café llegue caliente, que las medialunas sean las más ricas y que yo salga de mi capullo de una buena vez y me dé cuenta que a veces la vida es mucho mejor cuando no pensamos tanto y dejamos que la mañana nos reciba con los brazos abiertos.