25.10.05

La desilución de un verano que no llega

Me cansé de caminar siempre atado de cordones. No quiero usar sandalias. No me gustan, son feas, me quedan mal. Detesto las alpargatas, no soy del campo, respiro ciudad. Pero ¿por qué siempre atado? ¿Acaso mis pies han cometido crimen alguno?
¿Es cierto? ¿Será verdad?
¿Están privados de su libertad? Pero no sé que queda. Descalzo no puedo continuar.
¿Son las ojotas el guiño al mal gusto que no puedo afrontar?
Vuelve el verano y me vuelvo a preguntar si soy dueño de mis pasos, si esta vez por fín llegará el sol sin atraso y si soy digno de caminar.