Un día de estos me compro un mono y le enseño a hablar
Sería fantástic. Canta Joan Manuel Serrat con su voz inconfundible en mis oídos. Mágico. Buh! Aburrido.
Mtv baby, es la onda. "Chicos... miren Mtv", escuchás un día, en un aula. Sospechás que fué el profesor. Volteás tu cabeza, siempre apuntando a un lugar fijo e inconfundible (afuera!) para enfrentar a su peinado y pensás: "sí, seguro fue él". Vayamos a por un nuevo escape, ¡ahora!
Encontrás un lugar lleno de silencio. Sentás tu cuerpo entre la pared y el piso. Las rodillas casi a la altura del mentón. Un café con leche irremediablemente tibio en mi mano izquierda y mis ojos clavados en ningún lado. Quizás allí encuentre algo. Escuchas una risita invitante, justo enfrente tuyo. Decís bien bajito, casi susurrando: "quién anda por ahí?"
Un mono sale del tacho de basura, se saca un vasito de tergopol(r) que tenía puesto de sombrero y se acerca. Inmediatamente somos amigos. En un rápido movimiento de simio, sube hacia mi hombro, enrieda su cola de terciopelo en mi cuello, saca una naranja y la empieza a comer. Yo lo espío de reojo, entre sorprendido y completamente confiado de que ese momento era inevitable, mi destino tarde o temprano debía mostrar su cara.
El monito no pesa nada. Es realmente simpático. Me mira siempre como si estuviese por hacer una gracia, en la esquina de su ojo derecho brilla justo mi diminuto reflejo sonriente. Me ofrece con su manito negrita una poca de su naranja. Sin dudarlo acepto, por cortesía. Trago sin masticar, eructo fuerte y el mono vuelve a reír. Y fue ahí cuando me dí cuenta que era todo mentira. Todo el mundo sabe que es de mala educación eructar en los sueños.
Mtv baby, es la onda. "Chicos... miren Mtv", escuchás un día, en un aula. Sospechás que fué el profesor. Volteás tu cabeza, siempre apuntando a un lugar fijo e inconfundible (afuera!) para enfrentar a su peinado y pensás: "sí, seguro fue él". Vayamos a por un nuevo escape, ¡ahora!
Encontrás un lugar lleno de silencio. Sentás tu cuerpo entre la pared y el piso. Las rodillas casi a la altura del mentón. Un café con leche irremediablemente tibio en mi mano izquierda y mis ojos clavados en ningún lado. Quizás allí encuentre algo. Escuchas una risita invitante, justo enfrente tuyo. Decís bien bajito, casi susurrando: "quién anda por ahí?"
Un mono sale del tacho de basura, se saca un vasito de tergopol(r) que tenía puesto de sombrero y se acerca. Inmediatamente somos amigos. En un rápido movimiento de simio, sube hacia mi hombro, enrieda su cola de terciopelo en mi cuello, saca una naranja y la empieza a comer. Yo lo espío de reojo, entre sorprendido y completamente confiado de que ese momento era inevitable, mi destino tarde o temprano debía mostrar su cara.
El monito no pesa nada. Es realmente simpático. Me mira siempre como si estuviese por hacer una gracia, en la esquina de su ojo derecho brilla justo mi diminuto reflejo sonriente. Me ofrece con su manito negrita una poca de su naranja. Sin dudarlo acepto, por cortesía. Trago sin masticar, eructo fuerte y el mono vuelve a reír. Y fue ahí cuando me dí cuenta que era todo mentira. Todo el mundo sabe que es de mala educación eructar en los sueños.
4 Comments:
Buh! Aburrido!
Jajaja
y te despertaste con tu propio sonido de eructo?
che ese era el problema que tenías con los monos?? te acosan en sueños?
A ver, el tema de los monos es complicado. No solo me persiguen en sueños. Tambien en el dia a dia. Porque la humanidad es un mono. La vida es un mono. Todo es mono.
Y si, fue el eructo el que me desperto.
Y a la chica del "monoblogos", necesitaria intercambiar unas palabras con vos.
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