10.11.04

5:59 pm

Un minuto más y soy libre. Son sesenta segundos de espera frenética hasta alcanzar esa manecilla controladora de vidas que me ha sido tan benévola y constante a través de los años. Un minuto, nada más.
Qué haré con mi libre albedrío? Qué hacer cuándo no se obedece? Será meritorio si encuentro una actividad productiva, algo que aportar a la sociedad y más importante aún, a mi. Pero por más que escribir en una pantalla donde todo queda almacenado para después releer y pensar en lo poco bueno que hago con mi tiempo sea fácil, encontrar algo que haga que esa manecilla se detenga... suena utópico. Sólo el amor puede hacerme sentir así. Pensar que uno tuvo todo y ya lo ha perdido suena a queja de nene caprichoso. Pero a decir verdad, ni siquiera puedo perderme en ese vacío que una vez tuve. Porque el tiempo lo llena con otras cosas y cuando me quiero acordar que una vez tuve una vida hermosa y perfecta, el minuto se termina.
Y yo me voy.