To kill a fuckingbird
Otra vez Domingo. El día del descanso. Para vos, sólo es un día más entre el sábado y el lunes. El tan odiado lunes.
Tenías mil planes para este domingo, pero ninguno se llevó a cabo. Por decisión tuya. Porque la cama los domingos invita al estancamiento. Y entre la cuarta y sexta hora de tu siesta, un hecho inusual rompe la rutina para convertir a este domingo, en otro más a decir verdad, pero con la certeza de que te sentís un malnacido.
Dormís con la ventana semiabierta, para que el humo del cigarrillo se escape hacia afuera. No sé como el humo sabe que se tiene que ir por ahi, es una maniobra en la cual pitás, dejás salir esa nube viciosa, y en su libre albedrío, el humo se escapa. Se va, y no vuelve nunca más. Y después de ver como pierden las famosas Leonas, apagás la tele, el último cigarrillo y te quedás dormido. Con la ventana semiabierta y tapado hasta las orejas. Goodbye cruel world, hello sweet dreams.
Seguramente estabas soñando con algun momento picante, por el tamaño de tu amigo cuando un aletear te despierta. Desorientado, abrís los ojos y ves a un gorrioncito posado arriba del televisor. Perdido, pobre pajarillo. Cómo hizo para entrar?? Y lo más importante... cómo hago para que se vaya?!
Todavía con media erección a cuestas, se te ocurre una idea genial, nunca pensada por otro ser humano en la historia. Agarrar el cubrecama y usarlo como red. Extendés tu colcha favorita con tus brazos formando un ángulo de 180°, una técnica muy ortodoxa y recomendable. Medís la velocidad requerida para un movimiento eficaz, contás hasta 3 como indica la lógica (siempre que tengas que hacer algo que requiera más o menos algo de coordinación, tenés que contar hasta tres, es regla), dejás soltar el cubrecama como quien deja deja caer el mantel sobre la mesa antes de comer, y el pajarillo queda atrapado. El juez ucraniano te califica con un 8.5, "medio flojo el movimiento de codos", el estadounidense te pone un 9 "10 is only for God" y el chileno te encaja un 6. Sólo porque los chilenos nos odian.
Estás solo en tu casa. Nadie para ver tu proeza, tu acto poético. Vas a liberar a un pájaro. Y los que me conocen saben que siempre jodo con la teoria de nuestro pájaro interior. Todos tenemos uno. Un pájaro y un enano.
El enano representa nuestras miserias, nuestro pobre andar y todo lo malo que vive en nosotros. En un post reciente lo mencioné. Es por eso que me llamó la atencion que ahora aparezca el pájaro. Que no es otra cosa que nuestra esencia, el alma que nutre nuestros sueños, esa mano de caridad en los peores momentos. La esperanza es un pájaro. Y vive dentro nuestro. Dejarlo volar depende de cada uno de nosotros. Y en este caso, literalmente.
Admito que fue un poco agresiva mi técnica. Es que los pajaros son vivos, vuelan rápido. Si no soltaba el cubrecama con furia, de seguro escaparía. Como el humo. No quería que escape, era mejor liberarlo con mis propias manos.
Una vez dentro de la trampa, el gorrión comenzó a aletear con todas sus fuerzas. Ahí le agarré un poco de bronca. Encima que invadís mi espacio y me despertás, renegás de mi ayuda? Si te estoy haciendo un bien, pajarón. Máh si! Yo que te iba a admirar un ratito en mis manos antes de dejarte ir, yo que hasta pensé en sacarte una foto. Asi me tratás? Huís de mi? Justo de mi, que soy tu salvador!? Ahora vas a ver...
Cuidadosamente envolvés el cubrecama de manera que no tenga escapatoria. Te dirigis hacia el balcón, abrís del todo la ventana. Aprovechando tu soledad y con la certeza de que nadie escucha, gritás: Vuela, pájaro, hacia nuevos horizontes! Eres libre!
Repitiendo el movimiento símil mantel, desplegás la colcha en toda su extensión. Esperás ver como la avecilla vuela fundiéndose con el atardecer, regalándote una imagen bastante trucha, pero inspiradora al fin. Porque un gorrión no es particularmente bello. Y el atardecer desde mi balcón se mezcla con figuras de edificios abarrotados de gente que no entiende de esperanza.
El cubrecama flamea sobre el vacío. El reloj marca las 6 y cuarto de la tarde. Un niño nace, un amor conoce su destino, mil mundos en busca de libertad, mi pájaro y yo.
"Vuela pájaro, hacia nuevos horizontes! Eres libre!" Palabras inmortales. No como el pájaro, que en vez de volar, cae sin remedio al vacío. Vos mirás con espanto como tu gorrioncito no puede desplegar sus alas. Su lucha dura lo que dura un pájaro cayendo de doce pisos. Segundos. Una eternidad. Aterriza en el techo del garage... muere. Y algo dentro mío tambien. Mi esfuerzo por salvarlo fue su perdición. Y toda la poesía que inspiraba esa acción, paso a ser tragedia.
No puedo creer que haya asesinado a mi pájaro interior.
Tenías mil planes para este domingo, pero ninguno se llevó a cabo. Por decisión tuya. Porque la cama los domingos invita al estancamiento. Y entre la cuarta y sexta hora de tu siesta, un hecho inusual rompe la rutina para convertir a este domingo, en otro más a decir verdad, pero con la certeza de que te sentís un malnacido.
Dormís con la ventana semiabierta, para que el humo del cigarrillo se escape hacia afuera. No sé como el humo sabe que se tiene que ir por ahi, es una maniobra en la cual pitás, dejás salir esa nube viciosa, y en su libre albedrío, el humo se escapa. Se va, y no vuelve nunca más. Y después de ver como pierden las famosas Leonas, apagás la tele, el último cigarrillo y te quedás dormido. Con la ventana semiabierta y tapado hasta las orejas. Goodbye cruel world, hello sweet dreams.
Seguramente estabas soñando con algun momento picante, por el tamaño de tu amigo cuando un aletear te despierta. Desorientado, abrís los ojos y ves a un gorrioncito posado arriba del televisor. Perdido, pobre pajarillo. Cómo hizo para entrar?? Y lo más importante... cómo hago para que se vaya?!
Todavía con media erección a cuestas, se te ocurre una idea genial, nunca pensada por otro ser humano en la historia. Agarrar el cubrecama y usarlo como red. Extendés tu colcha favorita con tus brazos formando un ángulo de 180°, una técnica muy ortodoxa y recomendable. Medís la velocidad requerida para un movimiento eficaz, contás hasta 3 como indica la lógica (siempre que tengas que hacer algo que requiera más o menos algo de coordinación, tenés que contar hasta tres, es regla), dejás soltar el cubrecama como quien deja deja caer el mantel sobre la mesa antes de comer, y el pajarillo queda atrapado. El juez ucraniano te califica con un 8.5, "medio flojo el movimiento de codos", el estadounidense te pone un 9 "10 is only for God" y el chileno te encaja un 6. Sólo porque los chilenos nos odian.
Estás solo en tu casa. Nadie para ver tu proeza, tu acto poético. Vas a liberar a un pájaro. Y los que me conocen saben que siempre jodo con la teoria de nuestro pájaro interior. Todos tenemos uno. Un pájaro y un enano.
El enano representa nuestras miserias, nuestro pobre andar y todo lo malo que vive en nosotros. En un post reciente lo mencioné. Es por eso que me llamó la atencion que ahora aparezca el pájaro. Que no es otra cosa que nuestra esencia, el alma que nutre nuestros sueños, esa mano de caridad en los peores momentos. La esperanza es un pájaro. Y vive dentro nuestro. Dejarlo volar depende de cada uno de nosotros. Y en este caso, literalmente.
Admito que fue un poco agresiva mi técnica. Es que los pajaros son vivos, vuelan rápido. Si no soltaba el cubrecama con furia, de seguro escaparía. Como el humo. No quería que escape, era mejor liberarlo con mis propias manos.
Una vez dentro de la trampa, el gorrión comenzó a aletear con todas sus fuerzas. Ahí le agarré un poco de bronca. Encima que invadís mi espacio y me despertás, renegás de mi ayuda? Si te estoy haciendo un bien, pajarón. Máh si! Yo que te iba a admirar un ratito en mis manos antes de dejarte ir, yo que hasta pensé en sacarte una foto. Asi me tratás? Huís de mi? Justo de mi, que soy tu salvador!? Ahora vas a ver...
Cuidadosamente envolvés el cubrecama de manera que no tenga escapatoria. Te dirigis hacia el balcón, abrís del todo la ventana. Aprovechando tu soledad y con la certeza de que nadie escucha, gritás: Vuela, pájaro, hacia nuevos horizontes! Eres libre!
Repitiendo el movimiento símil mantel, desplegás la colcha en toda su extensión. Esperás ver como la avecilla vuela fundiéndose con el atardecer, regalándote una imagen bastante trucha, pero inspiradora al fin. Porque un gorrión no es particularmente bello. Y el atardecer desde mi balcón se mezcla con figuras de edificios abarrotados de gente que no entiende de esperanza.
El cubrecama flamea sobre el vacío. El reloj marca las 6 y cuarto de la tarde. Un niño nace, un amor conoce su destino, mil mundos en busca de libertad, mi pájaro y yo.
"Vuela pájaro, hacia nuevos horizontes! Eres libre!" Palabras inmortales. No como el pájaro, que en vez de volar, cae sin remedio al vacío. Vos mirás con espanto como tu gorrioncito no puede desplegar sus alas. Su lucha dura lo que dura un pájaro cayendo de doce pisos. Segundos. Una eternidad. Aterriza en el techo del garage... muere. Y algo dentro mío tambien. Mi esfuerzo por salvarlo fue su perdición. Y toda la poesía que inspiraba esa acción, paso a ser tragedia.
No puedo creer que haya asesinado a mi pájaro interior.
2 Comments:
Pienso algo parecido cada vez que como huevos fritos. Pero son deliciosos!
que triste!
que historia tan triste
me compadezco por vos...la proxima vez intentá no darle tanto significado simbólico viste...hace peor!
spotless mind
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