13.5.05

¿Nunca te sentiste un poco "Roberto"?

Roberto se levantó, escupió a su cita y se fue sin siquiera amagar a dejar un sucio billete sobre la mesa. “Que pague esta zorra de mierda”, pensó mientras pegaba un terrible portazo asustando a la maitre de tan fino restaurant. Es que Roberto tenía la mecha corta. Paró al primer taxi que vió, se subió y le indicó al conductor que se dirigía hacia Caballito. El tachero lo relojeó por el espejito retrovisor y enseguida se dio cuenta que su pasajero estaba algo nervioso. “Se siente bien, señor?”. “Callate y manejá”, dejó escapar de entre su boca casi cerrada de bronca. Es que Roberto no soportaba que se metan en sus asuntos. Al llegar a su casa, antes de abrir la puerta, se cruzó con su vecina que estaba sacando la basura. Una anciana adorable de 87 años llamada Elsa. “Cómo le va, Roberto?”. “Qué carajo le importa, vieja de mierda?!”, le contestó mientras insertaba la llave en la cerradura. Es que Roberto no era muy amable cuando estaba enojado. Después de masturbarse sentado al pie de la cama, se lavó los dientes y se acostó a dormir. Y en el segundo sueño, pudo ver su propia cara reflejada en un espejo que le preguntó: “Qué te anda pasando, Rober?.. estas distinto…”. “Chupame la pija, puto!”, gritó con todas sus fuerzas. Es que Roberto, simplemente era un pelotudo.