6.5.05

Buscado

Me calenté mal por una idea que no me aprobaron y por ende, renuncié a mi trabajo de redactor publicitario haciendo un escándalo pocas veces visto. La genialidad de la idea lo merecía. Tiré a la mierda la pecera que decora tan grasosamente la recepción, le grité a la Directora de Cuentas que era una vieja de mierda sin motivos para vivir más que para cagarle la existencia a los demás. Antes de irme, me afané una guarangada de cd’s vírgenes y tres lápices del depósito y algo hizo click en mi cabeza. Agarré mi mochilita, los mandé a cagar a todos y me fui. "¡Hacia nuevos horizontes, cruzando nuevos caminos, marcando un nuevo rumbo!" pensé mientras cerraba la puerta por última vez. En la primera esquina, sin pensarlo, afané a una vieja. Le arranqué la cartera de un tirón y salí corriendo. Obviamente, por ser vieja y chota, no me alcanzó. Pero el miedo y la adrenalina de ser atrapado por algún justiciero anónimo me hizo más rápido, más ágil para saltar charcos, hasta quizás más vivo. Me sentí vivo. Pero no de viveza, de chico listo o piola (odio esa palabra). Sino de sentir la sangre correr por mis venas como rápidas y estrepitosas cataratas de delincuencia. Dios, qué bien se siente.
Habiendo descubierto mi verdadera pasión, decidí que los 34 pesos que la vieja tenía en la cartera era muy poco botín para un día de trabajo. Entonces empecé a merodear por distintas plazas hasta descubrir a mi próxima víctima. Me detuve en dos chicas que charlaban sentadas en un banco viejo de madera, mientras fumaban un porro. Esperé el momento justo, y en una ráfaga de velocidad y precisión, le quité el pitillo de las manos a una de ellas y antes de que se dieran cuenta, yo ya estaba pitando de sus hierbas. Eran pésimas, sabían a asado. Pero pegaban que daba miedo. Y tras comer tres alfajores triples para amenizar el efecto, me dí cuenta que no sólo había encontrado una nueva profesión que me calzaba a la perfección. Había encontrado un estilo de vida.
En total, ese día robé tres carteras a viejas, 7 alfajores triples y 4 coca colitas de un peso de distintos kioskos, un poste de parada de colectivo (el 130) y tres antenas de radio de Ford Ka. Yo sé que muchas de las cosas que robé no las necesitaba, pero sólo lo hice por el placer de apropiarme de algo ajeno. Saber que alguien iba a putear al cielo sin saber que yo era la causa de su miseria. Hacer sentir mal a la gente es muy satisfactorio. Y es por eso que escribo casi todos los días acá. Para que ustedes sufran, como lo hacen mis víctimas. Ahora no tengo más miedo. Por fin encontré algo que justifica mi nacimiento. Soy chorro y a mucha honra.
Sentite mal. La próxima cartera puede ser la tuya.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

The Flying Burrito said...
Cuando leí que te habías apropiado de los cds, me sentí incómodo. Cuando leí lo de la cartera de la vieja, por primera vez, sentí nauseas y al llegar a la parte donde consumís estupefacientes, tuve que apagar mi monitor para tomar aire. Me sentí mal.

...

Felicitaciones! sos un genio! La psicología del post esta bien lograda!

En cuanto a mi cartera, te cuento que esta llena de facturas y me corta la circulación, así que me harías un gran favor en llevártela.

4:44 p. m.  
Blogger Damiano said...

La persona que me considera un genio se autorefiere a si mismo (es redundante eso, no?)como un burrito volador. Nada más.

2:08 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

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2:33 p. m.  

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