Buen gusto vs. Damiano, el ordinario

A eso de las 2 y media de la tarde comienza el ritual. Los pantalones arrugados sin que toquen el piso, el diario, el culo contra la tabla fría y un pucho. Por supuesto, como chico bien que soy, uso el bidet como cenicero. El lavabo se encuentra muy lejos y se me hace difícil no quemarme las bolas cuando quiero tirar la ceniza. Cuando me siento artista, hasta giro el grifo dejando que un poco de agua fresca simule una pequeña fuente. Un placer.
Tardo lo que se tarda en fumar un pucho y leer la sección Deportiva de La Nación. A veces, si la comida lo amerita, agrego unos 5 minutos más de meditación, concentrando todas mis fuerzas en un solo punto de mi cuerpo. La retención hace que la expulsión sea más placentera. Igual, no hay nada como cagar en casa.
Una vez finalizada la rutina de higienización de las partes pudientes, me subo los lompa y prosigo a lavar mis manos y practicar distintas muecas seductoras frente al espejo. El último paso consiste en desodorizar el ambiente. Y he aquí el dilema. Las fragancias que se utilizan para enmascarar el hedor más natural que existe son realmente ridículas. Yo nunca sentí el Rocío de la Pradera, ni la Frescura del Campo ni el Sol de Primavera. Pero si sé lo que es el olor a mierda. Y si se ha inventado un desodorante de ambientes para combatir el olor a tabaco (más conocido como “ANTITABACO”), no entiendo por qué no existe uno que sea “ANTICACONA”. Porque la lógica me indica que si uso el Antitabaco después de hacer lo mío, seguramente anulará el olor a cigarrillo pero eso sólo logrará que el aroma a cacona fresca cobre más fuerza. Es decir, sería contraproducente. Lo que yo necesito es un desodorante de ambientes que anule todo tipo de olor. Y quizás también replantearme muchas cosas de la vida. En fin. Lo que quiero es entrar al baño y que no haya olor a nada. No te sorprendas si dentro de poco me ves en un comercial anunciando que salió el…

Nuevo Glade Anti Cagada.
Rinde mucho, cuesta poco y huele a nada.