Hoy se acaba el mundo
Decían todos los diarios alrededor del planeta. La foto de Dios posando mientras apoyaba su codo izquierdo sobre la punta del Obelisco en primera plana, justo en el momento que anunciaba el final, ilustraba todo medio de comunicación existente. Salvo la radio, claro.
“Bueno gente, les aviso que después de mucho tiempo se me ocurrió una buena idea para un nuevo proyecto. Creo que ésta sí promete en serio. Como necesito el lugar y ustedes ya tuvieron su oportunidad y lo arruinaron, bueno... mala leche”.
Dios bajó del cielo y por fin dió la cara. Claro que esta vez sería única. Igual, estéticamente hablando no era gran cosa. Su trillada imagen de toga blanca y larga barba al final era cierta. ¿Quién necesita estilo cuando se es Todopoderoso? ¿Desde cuándo la barba es sinónimo de mal gusto?
Pánico total. Conductas extremas y masivas, desesperadas en su afán de respuestas y vida inundaron las calles de todas las ciudades y pueblos dónde existiera una mínima expresión de civilización. Los saqueos naturalmente se multiplicaron como una plaga voraz, el miedo consumista se apoderó de todo. ¿Para qué buscaban dinero? ¿Para qué? No quedaba más tiempo para darle utilidad. El fin estaba cerca y nada quedaría. Los apocalípticos integrados pertenecientes a la Fé aceptaron el final con regocijo, siempre ávidos de castigo. Las naciones liberaron sus fronteras para dejar que el desconcierto corra libre por la Tierra.
¿Qué necesidad hay siquiera de pensar si nada queda? Los estados se declararon abolidos, se dejó de lado el comercio y la actividad productiva para entregarse a las últimas horas como individuos liberados de toda autoridad. Él había hablado. Estaba todo dicho. Nada había para hacer. El frenesí de lo inesperado. Las fotos que guardo en mi mano. Promesas que fueron regalos. Verdad absoluta para todos, por fin equitativa y fundamentada. La misma suerte para vos. Y para mí. Que empiecen las apuestas.
“Bueno gente, les aviso que después de mucho tiempo se me ocurrió una buena idea para un nuevo proyecto. Creo que ésta sí promete en serio. Como necesito el lugar y ustedes ya tuvieron su oportunidad y lo arruinaron, bueno... mala leche”.
Dios bajó del cielo y por fin dió la cara. Claro que esta vez sería única. Igual, estéticamente hablando no era gran cosa. Su trillada imagen de toga blanca y larga barba al final era cierta. ¿Quién necesita estilo cuando se es Todopoderoso? ¿Desde cuándo la barba es sinónimo de mal gusto?
Pánico total. Conductas extremas y masivas, desesperadas en su afán de respuestas y vida inundaron las calles de todas las ciudades y pueblos dónde existiera una mínima expresión de civilización. Los saqueos naturalmente se multiplicaron como una plaga voraz, el miedo consumista se apoderó de todo. ¿Para qué buscaban dinero? ¿Para qué? No quedaba más tiempo para darle utilidad. El fin estaba cerca y nada quedaría. Los apocalípticos integrados pertenecientes a la Fé aceptaron el final con regocijo, siempre ávidos de castigo. Las naciones liberaron sus fronteras para dejar que el desconcierto corra libre por la Tierra.
¿Qué necesidad hay siquiera de pensar si nada queda? Los estados se declararon abolidos, se dejó de lado el comercio y la actividad productiva para entregarse a las últimas horas como individuos liberados de toda autoridad. Él había hablado. Estaba todo dicho. Nada había para hacer. El frenesí de lo inesperado. Las fotos que guardo en mi mano. Promesas que fueron regalos. Verdad absoluta para todos, por fin equitativa y fundamentada. La misma suerte para vos. Y para mí. Que empiecen las apuestas.
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