31.8.05

Relativo

Todavía recuerdo la primera vez que la vi. Fue hace tanto tiempo…
Su cara ruborizada del frío, buscando un poco de calor en los ojos de algún extraño, como ofreciéndose a amar. Esa cara que despertó en mí la sensación más parecida a estar en casa.

La primer cita no fue fácil. Se hizo eterna. Recién a la media hora, durante nuestro segundo encuentro, pude descifrar su verdadera intención. Al descubrir que su búsqueda coincidía con la mía, me entregué por completo. Cuando la vida te hace un regalo, es mejor aceptarlo sin siquiera dejar pasar una sola duda por la puerta de nuestras convicciones.

Pasaban las horas e inevitablemente nuestra relación fue víctima de las fases preestablecidas que el corazón dicta en su camino a la estabilidad o la miseria. Yo no soy ningún niño, no nací hace dos minutos. En mis 5 días de vida había aprendido todo lo que hay que saber sobre el amor. Por experiencia y vivencias, sé lo que es ganar y perder. Y cuando nos fuimos a vivir juntos, supe que habíamos cometido un error prematuro. Nos conocíamos desde sólo tres cuartos de hora. Todos saben que hay que salir mínimamente 150 minutos y después si darle una oportunidad a la convivencia. Por eso no me sorprendió cuando ella, con lágrimas en los ojos, me pidió que me vaya de mi propia casa. La casa en la que invertí medio día de trabajo de mi vida. Todo lo que tenía, se lo quedó ella. Y a los 30 segundos, cuando me llamó para que por favor vuelva, la hice esperar. Porque tengo mi orgullo y lo voy a defender, tardé como 2 minutos en golpear mi propia puerta.

Los miedos de infidelidad siempre se esconden en los rincones de las pequeñas mentiras. Nunca le creí cuando me decía que sus sesiones en el gimnasio le quitaban cada vez más tiempo. Ningún gimnasio decente está abierto después de las 10 de la mañana. Pero todo era miedo. Todo era sospecha. Y cuando me pidió que me case con ella, la sorpresa borró mi infelicidad por completo. Nos casamos al día y a la semana ya teníamos 3 hermosas nenitas. Que crecieron hasta llegar a ser dos famosas modelos y la otra, la más chiquita, se convirtió en una respetada contadora pública de intachable reputación y rencorosa de la belleza de sus hermanas. Por más que yo le haya dicho toda su vida que lo que importa es lo de adentro, siempre se va a sentir inferior a ellas y eso me parte el corazón. Ahora viven lejos, a 15 minutos de aquí. Y yo ya estoy muy viejo para hacer semejante viaje.

Al llegar el final de mi vida, se me hace imposible no recordar. Quiero vivir lo que ya pasó frente a mis ojos. Quiero volver a tenerla en mis brazos y sonreírle en silencio antes de darle un beso. Pero ella ya hace rato que se fue. Una eternidad. Y yo, con mis dos meses a cuestas, ya estoy viejo para esperarla, porque nadie puede volver de la muerte.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

que imaginacion, es perfecta

10:42 p. m.  
Blogger Excriba said...

Esto no se trató sólo de la facilidad de las palabras que puedas tener...

4:40 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

No, es mucho más que eso.

Pablito clavó un clavito, qué pueblito pobló Carlito'?

11:58 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

buena dami

12:47 a. m.  

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