Repercusiones luego del 6-0
El viernes a la mañana vimos junto a todos mis compañeros de trabajo el partido de Argentina y bueno, quedamos todos chochos de la vida. Entonces, el resto del día laboral lo gasté en infinidades de páginas de internet de diarios alrededor del mundo, para ver qué decían sobre el gran triunfo nacional.
A la noche salí de farra para festejar semejante alegría y aunque lo prometido superó a la siempre decepcionante realidad, igualmente disfruté de una velada llena de excesos y carente de cordura como si hubiésemos ganado la Copa y no un simple partido de primera ronda contra un país que no existe. Literalmente, no existen más.
Este comportamiento desprolijo se repirió la noche del sábado y del domingo, aunque ésta última con mucha más mesura. Pero el común denominador de todo el fin de semana se podría resumir a una gigantesca rascada de bolas. Y sin miedo a quedar ordinario, podría asegurar que pocas veces pasé tres días seguidos tan pachorrientos.
Ahora son las 7:51 am del martes y recién terminé de pasar toda la noche en vela haciendo laburos que tendría que haber terminado el viernes pasado, cuando la alegría me robó toda noción de responsabilidad. Los mandé recién vía mail, debido a que tenían que estar listos para hoy y no voy a trabajar porque pedí el día libre, producto de tener que rendir estadística dentro de 12 horas. No sé nada. Tuve tiempo para estudiar, pero no. Era mejor rascarse ahí donde el sol no brilla.
Ahora me replanteo todo. El tiempo perdido. Las siestas innecesarias. Y de pronto, mientras veo por primera vez en más de tres días seguidos la luz de la mañana, llego a una sola conclusión:
Messi tiene que jugar de titular.
A la noche salí de farra para festejar semejante alegría y aunque lo prometido superó a la siempre decepcionante realidad, igualmente disfruté de una velada llena de excesos y carente de cordura como si hubiésemos ganado la Copa y no un simple partido de primera ronda contra un país que no existe. Literalmente, no existen más.
Este comportamiento desprolijo se repirió la noche del sábado y del domingo, aunque ésta última con mucha más mesura. Pero el común denominador de todo el fin de semana se podría resumir a una gigantesca rascada de bolas. Y sin miedo a quedar ordinario, podría asegurar que pocas veces pasé tres días seguidos tan pachorrientos.
Ahora son las 7:51 am del martes y recién terminé de pasar toda la noche en vela haciendo laburos que tendría que haber terminado el viernes pasado, cuando la alegría me robó toda noción de responsabilidad. Los mandé recién vía mail, debido a que tenían que estar listos para hoy y no voy a trabajar porque pedí el día libre, producto de tener que rendir estadística dentro de 12 horas. No sé nada. Tuve tiempo para estudiar, pero no. Era mejor rascarse ahí donde el sol no brilla.
Ahora me replanteo todo. El tiempo perdido. Las siestas innecesarias. Y de pronto, mientras veo por primera vez en más de tres días seguidos la luz de la mañana, llego a una sola conclusión:
Messi tiene que jugar de titular.
1 Comments:
Me gustaron los posts que lei hasta ahora de este sitio asi que me permito felicitarte por tu creatividad y te aviso que voy a recomendar tu blog en el mio, espero que no te moleste.
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