Ojo

- Qué son esos gritos!?

- Yo lo ví, no estoy loco, yo lo ví! Se me apareció de la nada. Era como un príncipe mitad hombre, mitad mono. Pero un mono finísimo y un tanto marakesh. No sé por qué me hizo recordar a Michael Jackson.

- Y qué te dijo?! Decinos qué te dijo, por Dios!

- Eso mismo Gutiérrez, eso mismo. Me miró a los ojos y sin hablar, me comunicó que no debía atemorizarme ante la presencia del Creador.

- Cómo sin hablar?! Por telepatía decís vos? Y... por telepatía... puede ser, eh. ¿Te reveló algún gran misterio? ¿O algún rollo? Un poco de humor, así como para amenizar la cosa. No, dale, no te calentés... contame Garmendia, ¿te abrió los ojos ante la verdad?

- No, todo bien. Si, pero me hizo jurar que no se lo iba a contar a nadie. Toda continuidad de espacio y tiempo depende de mantener el secreto. Una traición a su pedido significaría el desencadenamiento repentino de una catástrofe tras otra, generando el principio del fin de nuestra era.

- ¿Pero qué fue lo que te dijo? Decimelo con otras palabras, así quizás vale.

- No, no sabés. Es tremendo. Es sobre todo. Y no me refiero a la prenda. Sino a absolutamente todo.

- ...

- ¿Qué pasa, por qué esa cara? ¿No le gustó? Mire que no le miento. ¿Gutierrez, qué le pasa? ¡No me asuste! A ver...

El prefecto Garmendia no pudo ante la intriga y al darse vuelta, dicen que todo se detuvo en aquél viejo galpón del Puerto de Buenos Aires. Todos los tesoros, automóviles de lujo, yates, joyas y diamantes, reservas en oro y demás fortunas incautadas a través de la división "Grandes Deudores" de la AFIP, desaparecieron. Todas las personas encargadas de la seguridad del lugar, también.

Están los que creen en la leyenda y los que dicen que se trató del mejor robo de la historia. Lo que ocurrió esa noche bien pudo haber sido la primera intervención divina desde cientos de generaciones, más o menos desde que existen las cámaras fotográficas, las filmadoras y los celulares con cámaras que sacan fotos y también filman. Quizás esa noche el Todopoderoso pensó en mostrar su cara, pero simplemente se arrepintió. Sería maravilloso que se animara y que quede para siempre demostrada su existencia. Así se eliminaría una infinidad de incertidumbres, impulsándonos a aceptar nuestra misión, quiénes somos y vivir una vida más llena de propósito. Las divisiones pasarían al olvido porque todos conoceríamos a nuestro guía. Pero ahora todo quedó en una simple historia, una leyenda que no se sabe si pasó y a nadie en realidad le importa.

No quedaron pruebas. Nunca se descubrió lo que ocurrió. Es uno de los grandes misterios de la historia reciente. Lo gracioso es que después de todas las investigaciones, lo único que pudieron encontrar los peritos fue un viejo cuadro de una pintura de una especie de noble hindú mitad hombre, mitad mono. Medio maraca, parecido a Prince.