Querido Santa
No te escribo para pedirte regalos. No quiero siquiera que visites nuestra casa. Tranquilo, viejo amigo, he de explicarte el por qué.
Me has dado muchas alegrías a través de los años y siempre serás mi héroe.
Alimentas la ilusión de los niños que existe algo realmente bueno y puro. Y que viene en forma de autito a control remoto.
Pero lo que yo quiero es un deseo que no se puede materializar. Es una intención, un camino a seguir.
No pretendo que tú, el mismísimo Santa Claus, que está muy ocupado manejando la fábrica de juguetes junto a sus fieles enanos, se tome el tiempo necesario para elegirme un curso de vida. De tu trabajo depende la felicidad de millones. No seré yo quien entorpezca tu tarea.
Tengo 22 años y creo saber lo suficiente como para atreverme a equivocarme. Y no soy tan egoísta como para presumir que este es el único pedido que recibirás.
Pero sí puedo asegurar que éste en particular viene de quien más te quiere.
Por favor, dame la capacidad de no quejarme.
Tu eterno agradecido,
Damiano.
PD: Eso o un mini cooper.
PD2: Te quiero, gordito!